Capítulo 15. El instante santo
IX. El instante santo y la atracción de Dios
Te sientes atraído por aquello a lo cual eres afín, tu afinidad es completamente hacia Dios y la atracción es mutua y es ilimitada. Por el momento no lo sientes así puesto que la percepción te limita la visión.
A Dios no lo puedes percibir puesto que no tiene un cuerpo, el cuerpo es el medio que fabricó el ego para sentirse el héroe del sueño al salvarte del miedo y la culpa, entonces te hace creer que sólo eres un cuerpo y que no hay nada más allá de tu percepción, así te convence de que alcances sus metas para que seas feliz y le crees a pesar de las múltiples pruebas de que eso es imposible. La buena noticia es que tú eres quien le concede el valor y el poder al ego y él sobrevive gracias a que crees en él y le prestas atención.
Cuando dejes de sentirte atraído por él, dejarás también de valorarlo y prestarle atención y en ese momento el Espíritu Santo te hablará de ti tal como fuiste creado y de lo mucho que te ama Dios, esta es la auténtica comunicación la que te recuerda la unidad que conformamos todos, en todo tu ser vibrará esa conciencia de Unidad y aunque sea por instantes, eso será suficiente para que dejes de creer en el ego, recuerdes quien eres y eso sea lo único que desees puesto es lo único real.
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