Una persona que dice que sí cuando quiere realmente aceptar y no teme negarse cuando de verdad no quiere o no puede hacerlo es alguien que ha desarrollado una personalidad tan equilibrada y sana que lo hace sentirse seguro, fortalecido, congruente y es alguien sumamente confiable.
Decir que no es saludable, te brinda poder personal, es un límite y contención que fortalece las relaciones y las hace verdaderas. Pero ¿Por qué aún sabiendo esto no puedes poner límites y decir que no cuando eso es lo que de verdad deseas?
A continuación te explicaré algunas de las causas, presta atención y explora con honestidad dentro de ti para que puedas ir con más acierto por la solución:
Por tradición cultural y educación se considera descortés decir que no y poner límites cuando son necesarios, lo cual sabemos que sucede mayormente en sociedades latinas y mucho más en la mexicana, donde se nos ha educado a complacer a los demás por encima de los deseos propios. Así que si así fuiste particularmente educado, aunque es un error, crees que si aceptas estás siendo amable.
Por lo tanto, basas tu autoestima y autovaloración en la medida en la que eres aceptado y valorado por los demás, por lo que el reconocimiento de otras personas se convierte en la fuente de tu propia valoración.
No te conoces a ti mismo y por lo tanto no sabes cuáles son tus límites y dudas sobre a qué negarte y qué aceptar y cuándo hacerlo.
Temes perder el amor y la atención de las personas o de alguna persona en particular porque crees que en la medida en la que aceptas las condiciones de otros aunque no te gusten o no te convengan, ellos te amarán y así podrás garantizar que no perderás su atención y esa relación que tanto valoras.
No sabes reconocer tus propios límites y piensas que puedes decir que sí a todo sin reflexionar sobre si de verdad querrás o podrás; en este caso pueden pasar dos cosas o lo aceptas y finalmente te das cuenta que no podías por lo que te enfrentas a la frustración que eso implica o bien lo llevas a cabo sacrificando tu tiempo libre o el tiempo con tu familia, y muy probablemente tu salud.
No te amas a ti mismo, tienes problemas de autoestima y no te sientes con la libertad o el derecho de negarte a aceptar lo que no puedes o quieres y el hecho de hacerlo te deja dudando sobre si hiciste bien o si pensarán mal de ti o te rechazarán por ello.
Sabes cuándo poner límites, quieres hacerlo, es más no consideras que tienes problemas de autoestima, pero tienes una herida de rechazo no resuelta y por lo tanto temes inconscientemente que vuelva a suceder de nuevo si pones límites, por lo que te justificas y aceptas lo que en tu corazón sabes que no deberías.
Eres impulsivo y por lo tanto no tienes la capacidad de autorregularte, por lo que no sabes cuándo negarte y aceptas relaciones, detalles y condiciones de las personas o de circunstancias de vida que sabes que estás padeciendo pero no sabes cómo revertir o corregir el error de haber aceptado algo que después reflexionas que no debiste aceptar.
Ya te volviste adicto a sentirte incapaz de decir que no y ponerles límites a los demás y esa adicción también incluye todo lo que viene después que es la sensación de estar atado a algo que no quieres y sentirte incapaz de cambiarlo, por lo tanto te reprochas con el mismo discurso interno que te dice que no puedes hacer lo quieres y que siempre terminan aprovechándose de ti y optas por renunciar a lo que quieres, huyes, te escabulles o bien lo haces sintiéndote obligado a ello y por lo tanto frustrado e insatisfecho.
¿Cómo hacerlo sin sentirte culpable?
Piensa en ti, aprende a ponerte primero a ti, a ser asertivo, no mientas ni ocultes las razones por las cuales pones límites, ni creas que esa es la única salida que tienes. Aunque parezca que no, de verdad es mejor que te conozcan como eres, acepta que negarte es lo que en realidad quieres y disfruta decir que no.
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