El término resiliencia se refiere a la capacidad que tenemos para sobreponernos a períodos de dolor emocional; el término fue adoptado por la psicología positiva para definir a aquellos sujetos que, a pesar de nacer y vivir en condiciones de alto riesgo, se desarrollan psicológicamente sanos y socialmente exitosos. Es decir, se trata de la capacidad de superar los eventos adversos y ser capaz de tener un desarrollo exitoso a pesar de circunstancias muy adversas, como la muerte de seres queridos o cambios significativos de vida.
Existen dos componentes que distinguen a la resiliencia: una es la resistencia frente a la destrucción; es decir, la capacidad de proteger la propia integridad bajo presión; y por otra parte, la capacidad de forjar un comportamiento vital positivo pese a circunstancias difíciles. Es por ello que el concepto de resiliencia, guarda una estrecha relación con la salud, el bienestar, la satisfacción con la vida, así como con la motivación y pasión que le imprimas a las cosas.
La resiliencia no es una cualidad innata sino dinámica, es decir, es algo que todos podemos desarrollar a lo largo de la vida a nuestro propio ritmo, sin ansiedad ni premura por hacerlo y que nos permite elaborar de manera positiva, factores o circunstancias de la vida que son desfavorables; y en su caso adaptarse a ellas debido a que asumes con flexibilidad situaciones límite, te sobrepones y sales fortalecido de ellas. Su desarrollo óptimo depende en gran medida de los vínculos positivo que tengamos de niños.
La resiliencia te permite tener una sensación de certidumbre frente a los problemas, lo cual favorece que puedas afrontar mucho más fácil las situaciones difíciles y estresantes.
Un persona resiliente es una persona que se conoce a sí misma, es consciente de sus potencialidades y limitaciones y tiene una buena autoestima, es sociable y se rodea de personas que tienen una actitud positiva, confía en sus capacidades, es creativa, también cuenta con una empatía y autonomía bien desarrolladas, afronta de manera positiva la adversidad y asume las dificultades como una oportunidad para aprender y en general las toma con humor, tiene una conciencia del presente y es optimista; además de flexible y perseverante; por último es tolerante a la frustración y maneja bien la certidumbre, no intenta controlar las situaciones, sino sus emociones, es flexible ante los cambios y tenaz en sus propósitos, busca la ayuda de los demás y el apoyo social.
Te comparto 6 consejos que puedes llevar a cabo para mejorar tu capacidad de resiliencia:
1. Rodéate de personas positivas y forma una red de apoyo.
2. Mejora tu diálogo interno, lo que te dices a ti mismo es importante.
3. Acepta que todo en el mundo cambia, se mueve y se transforma, nada permanece igual ni estático por mucho tiempo.
4. Ten metas, plantéate objetivos y toma decisiones firmes a favor de ellos.
5. Conócete y trabaja en un autoconcepto positivo.
6. Desarrolla tu confianza en el futuro y aprende a manejar la incertidumbre.
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