Las oportunidades pueden llegar y también se pueden crear, mucho más si se trata de algo que deseas o necesitas expresarle a alguien que te interesa. Nadie nos enseña a comunicarnos de manera asertiva pero puedes aprender. Si cuando piensas en decirle algo a esa persona sientes alivio entonces no hay duda, debes hacerlo y cuanto antes mejor; eres tú y tu necesidad de expresarte quien te dicta la urgencia, nadie más.
Ahora bien si no has descifrado el mensaje que deseas expresar, primero dilo en voz alta y después escríbelo, esto te ayudará a descubrir tus ideas y corregir el mensaje para que comunique con precisión lo que deseas.
Asegúrate de expresar la idea en la que tú seas el centro, es decir, que exprese lo que sientes y lo que piensas y evita emitir juicios acerca del otro, por ejemplo, en lugar de escribir: "Tú me haces enojar", o "Tú tienes la culpa por portarte mal", escribe: "Cuando tu haces o dices... yo me siento, yo pienso"; cuida que contenga y exprese claramente lo siguiente, formúlate cada pregunta y escribe en una libreta:
1. "El qué": Cuál es la idea que deseas transmitir, sin rodeos, se específico y concreto.
2. "El cómo": Además de cuidar que tus palabras sean amables y respetuosas, cuida que expresen una propuesta en firme, algo así como: "Y a partir de esto te propongo que...", "Me gustaría que tú, que yo...", "Necesito que..." "Es importante para mí que..."
3. "El por qué": Se específico en cuanto a la razón por la cual lo necesitas, te darás cuenta que esta parte está llena de creencias limitantes, es buen ejercicio. Las creencias describen tu forma de ver la vida, pero si están obstaculizando tu crecimiento y bienestar o el de alguien más, entonces son limitantes. Tendrás la tentación de asegurar y reafirmar tus convicciones, está bien, sólo cuando escribas este punto coloca antes de cada convicción la frase: "Yo creo que...", "Tengo la firme creencia de que..."; así reafirmas que es tu punto de vista y no la verdad del universo.
4. "El para qué": Cuando respondas a esta pregunta te darás cuenta del propósito que persigues al transmitir esa idea, cuál es la ventaja secundaria, qué deseas conseguir a partir de esto, a dónde quieres llegar. Será muy enriquecedor que lo descubras antes de transmitirlo.
Aunque parezca obvio, conviene que seas muy sincero contigo mismo, sino lo eres tú contigo, no podrás serlo con nadie ni nadie podrá serlo contigo. Descubrirás creencias limitantes, necesidades que debes satisfacerte a ti mismo sin esperar que el otro lo haga, dependencias y apegos, entre muchas otras cosas un tanto disparatadas. De esta manera podrás descubrir lo que en realidad deseas transmitir, un mensaje propositivo, en el cual tú asumes tu responsabilidad y aceptas de manera incondicional a la persona además de que la inspiras a asumir su parte en la relación y descubren lo que cada uno francamente puede dar.
Las cosas que son verdaderamente importantes para ti, no deben esperar, sino se convierte en una falta de respeto para ti y para las personas a quienes les importas. Supón que tu pareja o tus amigos te invitan a un lugar al que no quieres ir y nunca les has dicho por temor a perderlos, a que se vayan a enojar o que te vayan a juzgar, tu falta de franqueza te lleva a aceptar cosas que no te hacen bien y eso no es bueno para ti ni para las personas que te quieren.
Así que si no te sientes bien ante alguna situación con una persona, tienes el poder y la responsabilidad de crear la oportunidad de expresarlo para llegar a un acuerdo que los beneficie a ambos y a la tarea que tengan en común, ya sea con un familiar, un amigo, un vecino o un compañero de trabajo, los elevará un nivel más alto de comunicación con respeto y asertividad, además de que ejercer ese poder te hará sentir más seguro, más fuerte y con más confianza en ti mismo.
Así que si aún tienes algo que decir, hazlo ya, el único responsable eres tú.
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