Cuando estás ante una situación incómoda con la cual ya hiciste todo lo que está a tu alcance para solucionarla, lo que te queda es rendirte más no resignarte. Resignarte es aceptar las cosas como irremediables como si estuvieras condenado a permanecer en esa situación mientras que rendirte es dejar de oponer resistencia a ellas, confiar en la vida y fluir hacia mejores condiciones; lo primero te mantiene en donde estás y lo segundo te dispone a nuevos aprendizajes.
Cuando te rindes aceptas lo que estás viviendo, lo ves tal cual se te está presentando, lo miras de frente y sin miedo y te dispones a vivir un día a la vez bajo las mismas circunstancias pero con una actitud de confianza y con el corazón en paz. Nadie nos enseña a responder así ante las cosas que no podemos cambiar, pero sí podemos aprender a hacerlo; hay una línea delgada entre rendirse y resignarse que consiste en que mientras que en la primera tu actitud es activa, en la segunda es pasiva.
Pasividad no es lo mismo que conservar la paz en tu corazón. Ante un problema de cualquier índole puedes aceptar las cosas como son, y de aquí en adelante puedes tomar uno u otro camino, en el primero te dejas llevar por la inercia y al haber cosas que no puedes cambiar eres víctima o victimario de la situación, te instalas en la culpa o resentimiento y asumes que debes aprender a vivir con las consecuencias de las experiencias pasadas y así pierdes oportunidades maravillosas y ves tu vida pasar. En cambio en la rendición, asumes tu responsabilidad sin culpas ni juicios sino con perdón y liberación, de ahí en adelante te dejas llevar por la corriente de la vida en paz y vives un día a la vez dando lo mejor de ti, te vuelves espontáneo y descubres cosas de ti que no sabías que estaban ahí, no hay un mañana ni un ayer, sólo un aquí y ahora en el que vives cada día.
Cuando te rindes, dejas de querer controlar cosas y de esa manera tienes energía para invertir tu atención y tu tiempo en ver la cantidad de oportunidades que revolotean a tu alrededor, un mundo entero se te abre con nuevas perspectivas y con energía renovada. Así comienzas una nueva etapa vida.
¡¡Así que deja de forzar las cosas, ríndete y déjate llevar!!
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