Cuando encuentras tu misión de vida simplemente lo sabes, es como cuando estás enamorado, lo sientes y cuando piensas en algo relacionado a esa persona sonríes y tu corazón salta, eso mismo sucede cuando haces algo acerca de la misión de vida. La analogía es atinada también en el sentido de las locuras que eres capaz de hacer para tenerla, tu misión de vida es tan atractiva para ti, llama tanto tu atención en virtud de lo que te hace sentir porque te hace sentir vivo, lleno de motivos, te hace fuerte en momentos difíciles y te ayuda a que des más de ti por eso es que el autoconocimiento está íntimamente relacionado con este concepto.
La enorme ventaja es que tu misión de vida no depende de la existencia o la compañía de nadie más para que la lleves a cabo, sino que tan sólo necesitas descubrirla como si estuvieras abriendo tesoros por el camino; es decir, la descubres conforme das pasos.
Tu misión de vida te lleva a conocerte a ti mismo y visceversa, es decir, conforme eso sucede descubres tu misión de vida; te conoces a través de tus valores, tus relaciones, tus decisiones, tus ideales y sueños; y de a poco todo se va aclarando.
Imagina que tu misión de vida ya está ahí, tu alma ya lo sabe y para tu Espíritu es un hecho consumado, tú sólo debes alinearte con ella. Para ello tu misión de vida requiere de ti:
1. Una visión sin límites. Imagina, imaginar no cuesta nada y coloca en tu imaginación los elementos ideales, no importa si no existen o son difíciles o complicados. Siempre hay una primera vez.
2. Que creas en ti mismo. Tú tienes algo único e irrepetible que ofrecernos, nada de lo que hagas de manera auténtica será igual a lo que ya existe. Así que no tienes que parecerte a nadie, sino ser tú mismo y creer en ti.
3. Que conozcas tus talentos. Haz un inventario de tus dones, talentos, recursos, habilidades, características e incluye hasta esas cosas que concibes como negativas o defectos en ti porque contextualizando de manera adecuada lo positivo puede ser negativo y visceversa, pero tu guía interna te sabrá conducir con sabiduría.
4. Que hagas lo que amas. Esa es la diferencia entre trabajar y vivir tu misión de vida; si haces lo que amas difícilmente te sentirás agobiado, desmotivado o desgastado. Aún en los peores momentos, reconoce tus esfuerzos y continúa.
5. Que te apasiones. Sino lo das todo, no tiene caso que hagas algo; pero esto jamás te pasará si te mantienes alineado a tu misión de vida. Así que si te sucede ya sabes lo que tienes que hacer.
6. Que tengas claro cuáles son tus valores. Tus valores los puedes saber en las decisiones que ya has tomado, en aquellos temas que te molestan demasiado o que te provocan mucha alegría; son aquellos que te ayudan a tomar decisiones en momentos críticos, de esa manera te pueden quedar más claros.
7. Que hagas que las piezas coincidan. Imagina que eres un rompecabezas, un montón de piezas sueltas que al unirlas toman sentido. No importa qué tan diferentes son tus dones, tus valores y tus pasiones, cuando juntes las piezas tu misión tomará forma pero esto sólo sucede mientras caminas, no puedes armar un rompecabezas sino mueves las piezas.
8.Que seas tú. Tu misión eres tú (lee el artículo)
9. Que involucres a otras personas. Cuando compartes tu misión, esta se fortalece y expande sus horizontes, crea una red de ayuda y se eleva a otras dimensiones.
10. Que la vivas. Conforme avances esto sucederá de manera natural porque todo lo que hagas tendrá ese sentido.
Todo esto es un proceso que te ha llevado años vivir y no importa cuánto tiempo más te tome mientras no te detengas.
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